miércoles, 15 de octubre de 2008

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La sexagésima noche

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Pero cuando llegó la 60ª noche

Ella dijo:

‘Sed testigos de que desde este momento emancipo a esta joven esclava que acabo de comprar y que me caso con ella’. Entonces los cuatro kadíes se apresuraron a escribir el certificado de emancipación, y en seguida escribieron el contrato de casamiento y lo sellaron con su sello. Y el príncipe Scharkán no dejó de repartir generosamente entre los presentes una gran cantidad de oro para festejar su alegría, y tiró puñados de oro, que recogieron los servidores y los esclavos.

Después despidió a todos los presentes, excepto a los cuatro kadíes y el mercader. Y volviéndose hacia los kadíes, les dijo: ‘Ahora quiero que escuchéis las palabras que va deciros esta joven, para darnos una prueba de su elocuencia y su saber, y para que comprobéis las afirmaciones de este jeique’. Y los kadíes contestaron: ‘Escuchamos y obedecemos’. Y el príncipe Scharkán mandó tender un tapiz en el centro de la sala y colocó detrás de él a la joven, para que no estuviese cohibida y pudiera hablar sin que la viesen extraños.

Y en cuanto se tendió el tapiz, acudieron a rodear a su nueva señora las damas de servicio, y la ayudaron a colocarse más cómodamente y a aligerarse de parte de sus vestidos; y se maravillaban de sus perfecciones, y en su alegría le besaban los pies y las manos. Y por su parte, las esposas de los emires y visires se apresuraron a rendirle homenaje, dispuestas a oír lo que iba a decir al príncipe Scharkán y a los grandes kadíes de Damasco. Y antes de ir junto a ella, pidieron licencia a sus maridos.

Cuando Nozhatú vio entrar a las esposas de los emires y visires, se levantó para recibirlas, las besó cordialmente, las hizo sentarse a su lado, y les dirigía palabras cariñosas para corresponder a su homenaje, y tan amable estuvo, que todas se maravillaron de su cortesía, de su hermosura y de su inteligencia, y se decían: ‘Nos han dicho que era una esclava, pero seguramente es una reina, hija de un rey’.

Y exclamaron: ‘¡Oh, señora! has iluminado la ciudad con tu presencia, y has colmado de honor a este país y a este reino. Y este reino es tu reino, y este palacio tu palacio, ¡y todas nosotras somos tus esclavas’. Y ella les dio las gracias de la manera más dulce y agradable.

Pero en este momento Scharkán la interpeló desde el otro lado del tapiz, y le dijo: ‘¡Oh hermosísima joven, joya de estos tiempos! esperamos ansiosamente tus palabras elocuentes, pues dicen que estás versada en todas las ciencias, y hasta en las reglas más difíciles de nuestra sintaxis’.

Y la joven Nozhatú, con voz más dulce que el azúcar respondió: ‘¡Tu deseo está sobre mi cabeza y sobre mis ojos! Y para satisfacerlo, hablaré sobre las Tres puertas de la vida’.

Palabras sobre las tres puertas

Y Nozhatú dijo:

‘Te hablaré, en primer lugar, ¡oh príncipe valeroso! de la Primera puerta: El arte de saber conducirse.

‘Sabed, pues, que la vida tiene un objeto, y que el objeto de la vida es desarrollar el fervor. ‘Ahora bien; el principal fervor tiene su forma en la pasión, que es bella por su fe.

‘Nadie alcanzará el fervor más que por una vida activa, animada por la pasión. Y esta vida puede vivirse en cualquiera de los cuatro grandes caminos de la humanidad: El Gobierno, el Comercio, la Agricultura y los Oficios.

‘En lo que concierne al Gobierno, es necesario que aquellos escasos hombres que están llamados a gobernar el mundo posean la ciencia política, una sutileza exquisita y una habilidad perfecta. Y en ningún caso deben dejarse guiar por su capricho, sino por un alto ideal, cuyo fin es Alah, el que todo lo puede. Y si regulan su conducta hacia este fin, la justicia reinará entre los humanos y cesarán las discordias en la superficie de la tierra. Pero lo más frecuente es que sigan sus inclinaciones, y acaben por resbalar en errores irremediables. Porque un jefe no es útil a su país sino cuando puede ser equitativo e imparcial y cuando impide que los fuertes opriman a los débiles y a los pequeños.

‘El gran Ardechir, tercer rey de los persas, y uno de los descendientes de Sassán, dijo: ‘La autoridad y la fe son dos hermanas gemelas: la fe es un tesoro y la autoridad su guardián’.

‘Y nuestro profeta Mahomed (¡sean con él la paz y la plegaria!) ha dicho: ‘Dos cosas rigen el mundo: la Autoridad y la Ciencia; si son rectas y puras, el mundo camina por la vía derecha; si son nefandas y malas, el mundo cae en la corrupción’.

‘Y el Sabio ha dicho: ‘El rey debe ser el guardián de la fe, de cuanto es sagrado y de los derechos de sus súbditos. Pero ante todo debe velar por que estén de acuerdo los que manejan la pluma y los que manejan la espada, ¡porque quien falte al hombre que maneja la pluma resbalará y se levantará jorobado!’

‘Y el rey Ardechir, que fue un gran conquistador, dividió su imperio en cuatro distritos, y se mandó fabricar cuatro sellos en cuatro anillos. El primer sello era el anillo del Distrito marítimo, Y así sucesivamente los otros tres. Y lo hizo para asegurar el orden en su reino. Y así se siguió hasta la era islámica.

‘Y el rey Kesra, el gran rey de los persas, escribió a su hijo, al que había confiado el ejército de sus ejércitos: ‘¡Oh, hijo mío!...’

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La sexagésima primera noche

Saludos
Valram

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