lunes, 12 de octubre de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La cuadringentésima trigésima noche

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Y cuando llegó la 430ª noche

Ella dijo:

...estuvo a punto de volverse loco de alegría, y dio orden a las servidoras, a las esclavas y a los eunucos para que se pusieran al servicio de la joven, la condujeran al hammam y le prepararan trajes y atavíos. Y entraron las mujeres y las esclavas, y le hicieron zalemas; y les devolvió ella las zalemas de la manera más amable y con el más dulce tono de voz. Entonces la vistieron con vestiduras rojas, le rodearon el cuello con un collar de pedrerías y la condujeron al hammam, donde la bañaron y la arreglaron para llevarla a su aposento luego, igual que la luna en su decimocuarto día.

¡Eso fue todo!

De modo que el rey, con el pecho dilatado en extremo y satisfecha el alma, dijo al joven príncipe: ‘¡Oh prudente! ¡Oh sabio médico! ¡Oh tú el dotado de filosofía! ¡Toda esta dicha que nos llega ahora se la debemos a tus méritos y a tu bendición! ¡Aumente Alah en nosotros los beneficios de tu soplo curativo!’

El joven contestó: ‘¡Oh rey! para dar cima a la curación, es preciso que con todo tu séquito, tus guardias y tus tropas vayas al paraje donde encontraste a la joven, llevándola contigo y haciendo transportar allá el caballo de ébano que estaba al lado suyo y que no es otra cosa que un genn demoníaco; y él es precisamente el que la poseía y la había vuelto loca. Y allí haré entonces los exorcismos necesarios, sin lo cual tornaría ese genni a poseerla a primeros de cada mes, y no habríamos conseguido nada; ¡mientras que ahora, en cuanto me haya adueñado de él, le acorralaré y le mataré!’

Y exclamó el rey de los rums: ‘¡De todo corazón y como homenaje debido!’ Y acompañado por el príncipe y la joven y seguido de todas sus tropas, el rey emprendió inmediatamente el camino de la pradera consabida.

Cuando llegaron allá, Kamaralakmar dio orden de que montaran a la joven en el caballo de ébano y se mantuvieran todos a bastante distancia, con objeto de que ni el rey ni sus tropas pudiesen fijarse bien en sus manejos. Y se ejecutó la orden al instante.

Entonces dijo él al rey de los rums: ‘¡Ahora con tu permiso y tu venia, voy a proceder a las fumigaciones y a los conjuros, apoderándome de ese enemigo del género humano para que no pueda ser dañoso en adelante! Tras de lo cual también yo me montaré en ese caballo de madera que parece de ébano, y pondré detrás de mí a la joven. Y verás entonces cómo se agita el caballo en todos sentidos, vacilando hasta decidirse a echar a correr para detenerse entre tus manos. Y de este modo te convencerás de que le tenemos por completo a nuestro albedrío. ¡Después podrás ya hacer con la joven cuanto quieras!’

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La cuadringentésima trigésima primera noche

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Saludos
Valram

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