lunes, 10 de mayo de 2010

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La sexcentésima cuadragésima noche

_______________________________

La demanda de los egipcios:

Por hacer referencia a la obra, pongo a su disposición el enlace de una noticia aparecida recientemente sobre Las mil y una noches, denunciado por indecente: "Los famosos cuentos árabes ofenden la "decencia pública" de algunos egipcios modernos,..."
http://www.eluniversal.com.mx/notas/678635.html

Otras noticias relacionadas: Editan “Las mil y una noches” de Vargas Llosa (http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61906.html)
¿Y si “Las mil y una noches” lo escribió una mujer? (http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61873.html)

Continuamos...


Pero cuando llegó la 640ª noche

Ella dijo:

¡...Entretanto, atraídos los vecinos por los gritos y el estrépito, penetraron en la estancia, y se interpusieron entre la madre y el hijo para separarlos, y arrebataron el palo de manos de Abul- Hassán!, e indignados por la conducta de un hijo así le sujetaron para que no se moviera y le preguntaron: ‘¿Te has vuelto loco, Abul-Hassán, para levantar así la mano a tu madre, a esta pobre vieja? ¿Olvidaste completamente los preceptos del Libro Santo?’

Pero les gritó Abul-Hassán, con los ojos brillantes de furor: ‘¿Qué es eso de Abul-Hassán? ¿A quién dais ese nombre?’ Y al oír esta pregunta, los vecinos se quedaron extremadamente perplejos, y acabaron por preguntarle: ‘¿Cómo? ¿Acaso no eres tú Abul-Hassán el Disoluto? ¿Y no es esta buena vieja tu madre, que te ha educado y criado con su leche y su ternura?’ El contestó: ‘¡Ah, hijos de perros, quitaos de mi vista! ¡Yo soy vuestro amo el califa Harún Al-Raschid, Emir de los Creyentes!’

Al oír estas palabras de Abul-Hassán, los vecinos quedaron en absoluto convencidos de su locura; y sin querer dejar ya en libertad de acción a aquel hombre a quien habían visto poseído por la ceguera del furor, le ataron de pies y manos, y enviaron a uno de ellos a buscar al portero del hospital de locos. Y al cabo de una hora, seguido de dos robustos celadores, llegó el portero del hospital de locos con todo un arsenal de cadenas y grilletes y llevando en la mano un latiguillo de nervio de buey.

Como al ver aquello, Abul-Hassán hacía grandes esfuerzos para librarse de sus ligaduras y dirigía injurias a los presentes, el portero comenzó por aplicarle en el hombro dos o tres latigazos con el nervio de buey. Tras de lo cual, sin reparar en sus protestas ni en los títulos que se adjudicaba, le cargaron de cadenas de hierro y le transportaron al hospital de locos en medio de la muchedumbre de transeúntes, que le daban unos un puñetazo y otros un puntapié, creyéndole loco.

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La sexcentésima cuadragésima primera noche

Para los nuevos suscriptores:
La primera entrada está en Las mil noches y una noche. Antecedentes, de donde pueden navegar dando click en la opción “Entrada más reciente”, al pié de la página.

Saludos
Valram

¡Recibe la colección competa en tu e-mail!, suscríbete aquí, ¡es completamente gratis!