miércoles, 8 de abril de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima cuadragésima segunda noche

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"Y cuando llegó la 242ª noche

Ella dijo:

'...nunca lograrás lo que no te haya destinado la suerte'. Entonces Feliz-Bello se despidió del gobernador, y volvió desesperado a su casa, después de haber vagado toda la noche en busca de Feliz- Bella. Y a la jornada siguiente tuvo que guardar cama, presa de una extensa debilidad y de una calentura que creció de día en día, según perdía la esperanza que le quedaba respecto a las pesquisas ordenadas por el gobernador. Y los médicos consultados contestaron:

¡Su enfermedad no tiene otro remedio que el regreso de su esposa!'

A todo esto, llegó a la ciudad de Kufa un persa muy versado en medicina, arte de drogas, ciencia de las estrellas y arena adivinatoria. Y el mercader Primavera se apresuró a llamarle a casa de su hijo.

Entonces, el sabio persa, después de haber sido tratado por Primavera con los mayores miramientos, se acercó a Feliz-Bello y le dijo: '¡Dame la mano!' Y le cogió la mano, le tomó el pulso un buen rato, le miró con atención la cara, después sonrió, y se volvió hacia el mercader Primavera, diciéndole: '¡La enfermedad de tu hijo reside en su corazón!' Y Primavera respondió: '¡Por Alah! ¡Verdad dices!, ¡oh médico!' El sabio prosiguió: 'Y la causa de esa enfermedad es la desaparición de una persona querida. ¡Pues bien! ¡Os voy a decir, con ayuda de los poderes misteriosos, el sitio en que se encuentra esa persona!'

Y dichas tales palabras, el persa se acurrucó, sacó de un talego un paquete de arena, que desató y extendió delante de él; luego puso en medio de la arena cinco guijarros blancos y tres guijarros negros, dos varitas y una uña de tigre; los colocó en un plano, después en dos planos, y luego en tres planos; los miró, pronunciando algunas frases en lengua persa, y dijo: '¡Oh vosotros que me oís! ¡Sabed que la persona se encuentra en este momento en Bassra!' Después reflexionó y dijo: '¡No! Los tres ríos que ahí veo me han engañado. ¡La persona se encuentra en este momento en Damasco, dentro de un gran palacio, y en el mismo estado de languidez que tu hijo!, ¡oh ilustre mercader!'

Al oír estas palabras, Primavera exclamó: '¿Y qué hemos de hacer, ¡oh venerable médico!? Por favor, ilumínanos, y no habrás de quejarte de la avaricia de Primavera. Pues ¡por Alah! ¡te daré con qué vivir en la opulencia durante el espacio de tres vidas humanas!' Y el persa contestó: '¡Tranquilizad ambos vuestras almas, y que se refresquen vuestros párpados cubriendo vuestros ojos sin inquietud! ¡Pues yo me encargo de reunir a los dos jóvenes, y eso es más fácil que hacer de lo que tú te figuras!' Después añadió, dirigiéndose a Primavera: '¡Saca del bolsillo cuatro mil dinares!' Y Primavera se desató inmediatamente el cinturón, y colocó delante del persa cuatro mil dinares y otros mil.

Y el persa dijo: '¡Ahora que tengo con qué cubrir gastos, voy a ponerme al momento en camino para Damasco, llevando conmigo a tu hijo! ¡Y si Alah quiere, regresaremos con su amada!' Después se volvió hacia el joven tendido en la cama, y le preguntó: '¡Oh hijo del distinguido Primavera! ¿Cómo te llamas?' El otro respondió: '¡Feliz-Bello!' El persa dijo: '¡Pues bien, Feliz-Bello, levántate y que tu alma se vea en adelante libre de toda inquietud, pues desde este momento puedes dar por seguro que has recobrado a tu esclava!'

Y Feliz-Bello, súbitamente movido por el buen influjo del médico, se levantó y se sentó. Y el médico prosiguió: 'Afirma tus ánimos y tu valor. No te preocupes por nada. ¡Come, bebe y duerme! Y dentro de una semana, en cuanto recuperes las fuerzas, volveré a buscarte para hacer el viaje contigo'. Y se despidió de Primavera y Feliz-Bello, y se fue a hacer también sus preparativos para el viaje.

Entonces Primavera dio a su hijo otros cinco mil dinares, y le compró camellos que mandó cargar de ricas mercaderías y de aquellas sedas de Kufa de colores tan hermosos, y le dio caballos para él y para su acompañamiento. Y al cabo de la semana, como Feliz-Bello había seguido las prescripciones del sabio y se había repuesto admirablemente, Primavera supuso que su hijo podía emprender sin inconveniente el viaje a Damasco. De modo que Feliz-Bello se despidió de su padre, de su madre, de Prosperidad y del portero, y acompañado de todos los buenos deseos que los brazos de los suyos invocaban sobre su cabeza, salió de Kufa con el sabio persa.

Y Feliz-Bello había llegado en aquellos instantes a la perfección de la juventud, y sus diez y siete años habían dado un sedoso vello a sus mejillas levemente sonrosadas, lo cual hacía más seductores todavía sus encantos, de modo que nadie le podía mirar sin pararse extático. Y el sabio persa no tardó en experimentar el efecto delicioso de los hechizos del joven, y le quiso con toda su alma, muy de veras, y se privó durante todo el viaje de todas las comodidades a fin de que él las aprovechara. Y cuando le veía contento, se alegraba hasta el límite de la alegría...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

Continuará: La ducentésima cuadragésima tercera noche...

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Valram

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