viernes, 8 de mayo de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima septuagésima segunda noche

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"Y cuando llegó la 272ª noche

Ella dijo:

...Tal era la esclava Simpatía, único tesoro que poseía aún el pródigo Abul-Hassán.

Y he aquí que, al percatarse de que su patrimonio habíase disipado irremediablemente, Abul- Hassán quedó sumido en un estado de desolación tan grande, que le robó el sueño y el apetito; y permaneció tres días y tres noches sin comer, ni beber, ni dormir, alarmando a la esclava Simpatía, que creyó verle morir, y resolvió salvarle a toda costa.

Se atavió con sus trajes más dignos de exhibirse y con las joyas y adornos que le quedaban, y se presentó a su amo, diciéndole, mientras mostraba en sus labios una sonrisa de buen augurio: 'Por mi causa va a hacer cesar Alah tus tribulaciones. Para ello bastará que me conduzcas ante nuestro señor el Emir de los Creyentes, Harún Al-Raschid, quinto descendiente de Abbas, y me vendas a él, pidiéndole como precio diez mil dinares. Si encontrara este precio demasiado caro, dile: '¡Oh Emir de los Creyentes! esta adolescente vale más todavía, como podrás advertir mejor tomándola a prueba. ¡Entonces se realzará a tus ojos, y verás que no tiene par ni rival y que verdaderamente es digna de servir a nuestro señor el califa!' Después, la esclava, insistiendo mucho, le recomendó que se guardase de rebajar el precio.

Abul-Hassán, que hasta aquel momento, por negligencia, no se había preocupado de observar las cualidades y talentos de su hermosa esclava, no estaba en situación para apreciar por sí mismo los méritos que pudiese ella poseer. Solamente le pareció que la idea no era mala y que tenía probabilidades de éxito.

Se levantó, pues, en seguida, y llevando a Simpatía tras sí la condujo ante el califa, a quien repitió las palabras que ella le había recomendado que dijese.

Entonces el califa volvióse hacia ella y le preguntó: '¿Cómo te llamas?' Ella dijo: 'Me llamo Simpatía'.

Él le dijo: '¡Oh Simpatía! ¿Estás versada en ciertos conocimientos y puedes enumerarme las diversas ramas del saber que has cultivado?'

Ella le contestó: '¡Oh señor! estudié la sintaxis, la poesía, el derecho civil y el derecho general; la música, la astronomía, la geometría, la aritmética, la jurisprudencia desde el punto de vista de las sucesiones, y el arte de descifrar las escrituras mágicas y las inscripciones antiguas. Me sé de memoria el Libro Sublime y puedo leerle de siete maneras distintas; conozco exactamente el número de sus capítulos, de sus versículos, de sus divisiones, de sus diferentes partes y sus combinaciones, y cuantas líneas, palabras, letras consonantes y vocales encierra: recuerdo con precisión qué capítulos se inspiraron y escribieron en la Meca y cuáles otros se dictaron en Medina; no ignoro las leyes y los dogmas, sé distinguirlos con las tradiciones y diferenciar su grado de autenticidad; no soy una profana en lógica, ni en arquitectura, ni en filosofía, como tampoco en lo que afecta a la elocuencia, al lenguaje escogido, a la retórica y a las reglas de los versos, los cuales sé ordenar y medir sin omitir ninguna dificultad en su construcción; sé hacerlos sencillos y fluidos, como también complicados y enrevesados para deleitar sólo a las gentes delicadas; y si a veces pongo en ellos oscuridad, es para fijar más la atención y halagar al espíritu, que despliega por último su trama sutil y frágil; en una palabra, aprendí muchas cosas y retuve cuanto aprendí.

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

Continuará: La ducentésima septuagésima tercera noche...

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Valram

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