viernes, 7 de mayo de 2010

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La sexcentésima trigésima séptima noche

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Pero cuando llegó la 637ª noche

Ella dijo:

‘...En cuanto a Abul-Hassán, permaneció dormido en un profundo sueño hasta el día siguiente al mediodía, y no se despertó hasta que disipóse por completo en su cerebro el efecto del bang. Y pensó antes de poder abrir los ojos: ‘¡He reflexionado, y la que prefiero entre todas las jóvenes es sin duda Caña-de-Azúcar, y también Boca-de-Coral, y en tercer lugar solamente Aderezo-de-Perlas, la rubia que me sirvió ayer la última copa!’ Y llamó en alta voz: ‘¡Hola! ¡Venid, oh jóvenes! ¡Caña-de-Azúcar, Boca-de-Coral, Aderezo-de-Perlas, Alba-del-Día, Estrella-de-la- Mañana, Grano-de-Almizcle, Cuello-de-Alabastro, Cara-de-Luna, Corazón-de-Granada, Flor-de- Manzano, Hoja-de-Rosa!, ¡Hola! ¡Acudid! ¡Ayer estaba un poco fatigado! ¡Pero hoy va bien el niño!’

Y esperó un momento. Pero como nadie contestaba ni acudía a sus voces, hubo de enojarse, y abriendo los ojos, se incorporó a medias. Y entonces se vio en su habitación, pero ni por asomo en el palacio suntuoso en que había habitado la víspera y desde donde había mandado como amo en toda la tierra. Y le pareció que se encontraba bajo el efecto de un sueño, y para disiparlo, se puso a gritar con todas sus fuerzas: ‘Vamos a ver, Giafar, ¡oh hijo de perro! Y tú alcahuete Massur, ¿dónde estáis?’

Al oír estos gritos, acudió la anciana madre, y le dijo: ‘¿Qué te pasa, hijo mío? ¡El nombre de Alah sobre ti y alrededor de ti! ¿Qué sueño tuviste?, ¡oh hijo mío! ¡Oh Abul-Hassán!?’ E indignado al ver a la anciana a su cabecera, le gritó Abul-Hassán: ‘¿Quién eres, anciana? ¿Y quién es ese Abul-Hassán?’ Ella dijo: ‘¡Por Alah! ¡Soy tu madre! Y tú eres mi hijo, tú eres Abul-Hassán, ¡oh hijo mío! ¿Qué extrañas palabras escucho de tu boca? ¡Parece que no me reconoces!’ Pero Abul- Hassán le gritó: ‘¡Atrás! ¡Oh maldita vieja! ¡Estás hablando con el Emir de los Creyentes, con el califa Harún Al-Raschid! ¡Quítate de la vista del vicario de Alah en la tierra!’

Al oír estas palabras, la pobre vieja empezó a golpearse la cara, exclamando: ‘¡El nombre de Alah sobre ti, oh hijo mío! ¡Por favor, no alces la voz para decir semejantes locuras! ¡Van a oírte los vecinos, y estaremos perdidos sin remedio! ¡Ojalá desciendan sobre tu razón la seguridad y la calma!’ Abul-Hassán exclamó: ‘Te digo que salgas al instante, ¡oh vieja execrable! ¿Estás loca para confundirme con tu hijo? ¡Yo soy Harún Al-Raschid, Emir de los Creyentes, señor de Oriente y de Occidente!’

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La sexcentésima trigésima octava noche

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Saludos
Valram

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