jueves, 30 de abril de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima sexagésima cuarta noche

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"Pero cuando llegó la 264ª noche

Ella dijo:

...afablemente y corrió a buscar a su esposa, la sagaz Zobeida. Y Zobeida, iluminado el rostro por el júbilo, recibió a Grano-deBelleza felicitándole por el resultado obtenido, y le dio cien dinares para que preparase para ambos un banquete que durase toda la noche. Y Grano-de-Belleza, con el dinero de su mujer, mandó preparar enseguida el festín consabido. Y ambos se pusieron a comer y beber hasta saciarse. Y entonces, alegres hasta el límite de la alegría, copularon de una manera prolongada. Y después, para descansar, fueron a la sala de recepciones, encendieron las luces y organizaron entre los dos un concierto capaz de hacer bailar a las rocas y suspender el vuelo de los pájaros en el fondo del cielo.

No es de extrañar, por lo tanto, que de improviso se oyeran golpes dados en la puerta exterior de la casa. Y Zobeida, que fue la primera en oírlos, dijo a Grano-de-Belleza: 'Ve a ver quién llama a la puerta'. Y Grano-de-Belleza fue enseguida a abrir.

Ahora bien; aquella noche, el califa Harún Al-Raschid, sintiendo oprimido el pecho, había dicho a su visir Giafar, a su portaalfanje Massrur y a su poeta favorito el delicioso Abu-Nowas: 'Me siento con el pecho algo oprimido. ¡Vamos a pasearnos un poco por las calles de Bagdad, a ver si se nos dilatan los humores!' Y los cuatro se habían disfrazado de derviches persas y se habían puesto a recorrer las calles de Bagdad, esperando dar con alguna entretenida aventura. Y así habían llegado delante de la casa de Zobeida, y al oír cantar y tañer instrumentos, habían llamado a la puerta, según costumbre de los derviches.

Cuando les vio Granó-de-Belleza, como no ignoraba los deberes de la hospitalidad, y además estaba en excelentes disposiciones, les recibió cordialmente, les introdujo en el vestíbulo y les dio de comer. Pero ellos rechazaron el alimento, diciendo: '¡Por Alah! ¡Los espíritus delicados no necesitan mucho alimento para regocijar los sentidos! Se contentan con la armonía. Y precisamente estamos viendo que los acordes que oíamos desde fuera se han callado al entrar nosotros. ¿Será una cantora de profesión la que cantaba tan maravillosamente?'

Grano-de-Belleza contestó: '¡No, señores, era mi propia mujer!' Y les contó su historia, desde el principio hasta el fin, sin omitir un detalle.

Entonces, el jefe de los derviches, que era el mismo califa, dijo a Grano-de-Belleza, que le parecía todo lo delicioso posible y por el cual sintió súbito afecto: 'Hijo mío, puedes tranquilizarte respecto a los diez mil dinares que debes al ex marido de tu esposa. Soy el jefe de la tekké de los derviches de Bagdad, que cuenta con cuarenta miembros, y gracias a Alah estamos acomodados; diez mil dinares no constituyen para nosotros ningún sacrificio. Te prometo que los tendrás antes de diez días. Pero ve a rogar a tu esposa que cante algo desde detrás del tapiz para exaltarnos el alma. Porque la música, hijo mío, le sirve a unos de comida, a otros de remedio y a otros de abanico; pero para nosotros es las tres cosas a un tiempo'.

Grano-de-Belleza no se hizo rogar más, y su esposa Zobeida se avino a cantar para los derviches; de modo que el júbilo de éstos fue extremado, y pasaron una noche deliciosa, ya escuchando el canto y contestando: '¡Ah! ¡Ah!' con toda su alma, ya conversando agradablemente, ya oyendo las chistosas improvisaciones del poeta Abu-Nowas, a quien la belleza del muchacho hacía delirar hasta el límite del delirio.

Al amanecer se levantaron los falsos derviches, y el califa, antes de irse, colocó debajo del almohadón en que estaba apoyado un bolsillo con cien dinares de oro, para empezar, y que eran los únicos que en aquel momento llevaba encima. Después se despidieron del joven huésped, dándole las gracias por boca de Abu-Nowas, que le improvisó versos exquisitos y se prometió por dentro no perderle de vista.

Hacia el mediodía, Grano-de-Belleza, a quien Zobeida había entregado los cien dinares de oro encontrados debajo del almohadón, quiso salir para ir al zoco a hacer unas compras, cuando al abrir la puerta vio parados delante de la casa cincuenta mulos pesadamente cargados de fardos de telas, y en una mula ricamente enjaezada, a un joven esclavo abisinio, de facciones encantadoras y cuerpo moreno, que llevaba en la mano una misiva enrollada.

Al ver a Grano-de-Belleza, el gentil esclavillo se apeó rápidamente, besó la tierra delante del joven, y entregándole la misiva, le dijo: '¡Oh mi señor Grano-de-Belleza! Acabo de llegar ahora mismo de El Cairo, enviado a ti por tu padre, mi amo Schamseddin, síndico de los mercaderes de la ciudad. Te traigo cincuenta mil dinares en mercaderías de valor y un paquete que encierra un regalo de tu padre dedicado a tu esposa Sett Zobeida, y compuesto de una jarra de oro enriquecida con pedrería y una jofaina de oro cincelado...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

Continuará: La ducentésima sexagésima quinta noche...

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Valram

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Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima sexagésima tercera noche

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"Pero cuando llegó la 263ª noche

Ella dijo:

...Y tal fue el viaje de prueba de Grano-de-Belleza y de su niño por el jardín de la muchacha.

Tras de lo cual, Grano-de-Belleza, con su niño aletargado de felicidad, se enlazó tiernamente a la joven de los arriates devastados, y los tres se durmieron hasta por la mañana.

Despertado ya, Grano-de-Belleza preguntó a su esposa transitoria: '¿Cómo te llamas, corazón mío?' Ella contestó: 'Zobeida'. Y él le dijo: '¡Pues bien, Zobeida, me duele mucho el verme obligado a dejarte!' Y ella le preguntó, conmovida: '¿Y por qué me has de dejar?' Le contestó: '¡Ya sabes que no soy más que Desligador!' Ella exclamó: '¡No por Alah! ¡Se me había olvidado! ¡Y en mi dicha me figuraba que eras un regalo maravilloso que me hacía mi buen padre para reemplazar al otro!' Y él le dijo: '¡Pues sí, encantadora Zobeida, soy un Desligador elegido por tu padre y tu primer esposo! Y previendo una mala voluntad por mi parte, ambos han cuidado de hacerme firmar un contrato ante el kadí, que me obliga a pagarles diez mil dinares si esta mañana no te repudio. ¡Y no sé cómo voy a pagarles esa cantidad fabulosa, no teniendo ni un dracma en el bolsillo! Mejor será, pues, que me marche si no quiero ir a la cárcel, puesto que soy insolvente'.

Al oír tales palabras, la joven Zobeida reflexionó un instante, y después, besando los ojos al joven, le preguntó: '¿Cómo te llamas, ojos míos?' El contestó: 'Grano-de-Belleza'.

Ella exclamó: '¡Ya Alah! ¡Nunca ha habido nombre mejor puesto! Pues bien, querido mío, ¡oh Grano- de-Belleza! como prefiero a todo el azúcar cande ese delicioso nervio blanco y sabroso con que has endulzado mi jardín durante toda la noche, te juro que encontraremos un recurso para no separarnos jamás, pues prefiero morir a pertenecer a otro después de haberte probado'. Él le preguntó: '¿Y cómo haremos?' Ella dijo: 'Es muy sencillo. Verás. Pronto vendrá mi padre a buscarte y te llevará a casa del kadí para cumplir las estipulaciones del contrato. Entonces te aproximarás gentilmente al kadí y, le dirás: '¡no quiero divorciarme!' Y te preguntará '¡Cómo! ¿Rechazas los cinco mil dinares que van a darte, y los efectos por valor de mil dinares y el caballo de mil dinares, por seguir con una mujer?' Tú contestarás: '¡Entiendo que cada cabello de esa mujer vale diez mil dinares! Por eso conservo a la propietaria de ten preciada cabellera'. Entonces el kadí te dirá: '¡Estás en tu derecho! Pero vas a pagar al primer esposo, en compensación, la cantidad de diez mil dinares'.

'¡Ahora, querido mío, escucha bien lo que voy a decirte!'

'El anciano kadí, por lo demás hombre excelente, gusta con delirio de los muchachos. ¡Y estoy segura de que le has causado ya una gran impresión!'

Grano-de-Belleza exclamó: '¿De modo que crees que también el kadí es bilateral?' Zobeida se echó a reír y dijo: '¡Cierto que sí! ¿Por qué te asombra tanto eso?'

Y él dijo: 'Está escrito que toda su vida Grano-de-Belleza ha de ir de un bilateral a otro. ¡Pero, ¡oh sutil Zobeida! te ruego que sigas desarrollando tu plan! Decías que el anciano kadí, por lo demás hombre excelente, gusta con delirio de los muchachos. ¡No me irás a aconsejar que le venda mi mercancía!' Ella dijo: '¡No! Ya verás'.

Y prosiguió: 'Cuando el kadí te haya dicho: '¡Hay que pagar los diez mil dinares!', le mirarás así, de cierta manera, y moverás las caderas gentilmente, no de un modo excesivo, pero sí de manera que le liquides de emoción en la alfombra. Y sin duda te dará un plazo para saldar la deuda. ¡Y de aquí a entonces, Alah proveerá!'

Oídas estas palabras, Grano-de-Belleza reflexionó un instante, y dijo: '¡Lo intentaré!'

En aquel mismo momento una esclava, desde detrás del tapiz, alzó la voz y dijo: '¡Ama Zobeida, ahí está tu padre aguardando a mi amo!

Entonces Grano-de.Belleza se levantó, se vistió a escape y fue a buscar al padre de Zobeida. Y ambos, después de habérseles unido en la calle el primer marido, fueron a la oficina del kadí.

Y las previsiones de Zobeida se realizaron al pie de la letra. Pero también hay que decir que Grano- de-Belleza cuidó de seguir escrupulosamente las preciosas indicaciones que ella le había dado.

Y el kadí, absolutamente aniquilado por las miradas al soslayo que le dirigía Grano-de-Belleza, no sólo concedió el aplazamiento de tres días que reclamaba modestamente el joven, sino que terminó su sentencia en esta forma: 'Nuestras leyes religiosas y nuestra jurisprudencia no pueden hacer obligatorio el divorcio. Y nuestros cuatro ritos ortodoxos están completamente de acuerdo en este punto. Por otra parte, el Desligador, convertido en marido de derecho, se aprovecha de un aplazamiento, dada su condición de forastero. Le otorgamos, pues, diez días para saldar la deuda'.

Entonces Grano-de-Belleza besó respetuosamente la mano del kadí, que decía para sí: '¡Por Alah! ¡Este hermoso adolescente bien vale diez mil dinares! ¡Yo mismo se los anticiparía de buena gana!' Después Grano-de-Belleza se despidió afablemente y corrió a buscar a su esposa, la sagaz Zobeida ...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

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