lunes, 22 de junio de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La tricentésima décima octava noche

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"Pero cuando llegó la 318ª noche

Ella dijo:

Zumurrud lo examinó, y vio que era un hombrecillo chico, con una barba que le llegaba al ombligo, y dijo en seguida: ...

'¡En cuanto a ese barbudillo, mira cómo lo describe el poeta:

¡Tienes una barba prodigiosa, que es planta inútil y molesta, triste como una noche de invierno, larga, fría y oscura!'

Cuando el corredor vio que no aceptaba a ninguno de los que espontáneamente brindábanse a comprarla, dijo a Zumurrud: '¡Oh mi señora! mira a todos esos mercaderes y nobles compradores, y dime cuál tiene la suerte de gustarte, para que te ofrezca a él en venta'.

Entonces la hermosa joven miró uno por uno con la mayor atención a todos los circunstantes, y acabó por fijar su mirada en Alischar, hijo de Gloria. Y el aspecto del joven la inflamó súbitamente con el amor más violento, porque Alischar, hijo de Gloria, era en verdad de una belleza extraordinaria, y nadie le podía ver sin sentirse inclinado hacia él con ardor. Así es que la joven Zumurrud se apresuró a señalárselo al corredor, y dijo:

'¡Oh corredor! quiero a ese joven de rostro gentil y cintura ondulante, pues lo encuentro delicioso y de sangre simpática, más ligera que la brisa del Norte; y de él dijo el poeta:

¡Oh jovencillo! ¿Cómo te olvidarán los que hayan visto tu belleza?

¡Dejen de mirarte quienes deploran los tormentos con que llenas el corazón!

¡Los que quieran preservarse de tus encantos prodigiosos, cubran con un velo tu hechicera cara!

'Y también de él dijo otro poeta:

¡Oh señor mío, compréndelo! ¿Cómo no amarte? ¿No es esbelta tu cintura y combados tus riñones?

¡Compréndelo!, ¡oh señor mío! ¿No es patrimonio de sabios, de gente exquisita y de espíritus delicados el amor a cosas tales?

'Un tercer poeta ha dicho:

¡Sus mejillas están llenas y lisas; su saliva leche dulce al beberla, es un remedio para las enfermedades; su mirada hace soñar a los prosistas y a los poetas, y sus proporciones dejan perplejos a los arquitectos!

'Otro ha dicho:

¡El licor de sus labios es un vino enervante; su aliento tiene el perfume del ámbar y sus dientes son granos de alcanfor!

¡Por eso Raduán, guardián del Paraíso, le rogó que se fuera, temeroso de que sedujese a las huríes!

¡La gente tosca y de entendimiento torpe deplora sus gestos y su conducta! ¡Como si la luna no fuera bella en todos sus cuartos, como si su marcha no fuera armoniosa en todas las partes del cielo!

'Otro poeta ha dicho también:

¡Por fin consintió en conceder una cita ese cervatillo de cabellera rizada, y de mejillas llenas de rosas y mirada encantadora! ¡Y aquí estoy, puntual, con el corazón alborotado y el mirar anhelante!

¡Me prometió esta cita, cerrando los ojos para decirme que sí! Pero si sus párpados están cerrados, ¿cómo podrán cumplir su promesa?

'Dijo de él otro, por último:

Tengo amigos poco sagaces, que me han preguntado: '¿Cómo puedes querer apasionadamente a un joven cuyas mejillas sombrea ya un bozo tan fuerte?'

Yo les dije: '¡Cuán grande es vuestra ignorancia! ¡Los frutos del jardín del Edén se cogieron en sus hermosas mejillas! ¿Cómo hubieran podido dar esas mejillas tan hermosos frutos si no fueran ya frondosas?'

Maravilladísimo quedó el corredor al advertir tanto talento en esclava tan joven, expresó su asombro al propietario, que le dijo: 'Comprendo que te pasmen tanta belleza y tan agudo ingenio. Pero sabe que esta milagrosa adolescente, que avergüenza a los astros y al sol, no se contenta con conocer los poetas más delicados y complicados, ni con ser una constructora de estrofas, sino que además sabe escribir con siete plumas los siete caracteres diferentes, y sus manos son más preciosas que todo un tesoro. Conoce, en efecto, el arte del bordado y de tejer la seda, y toda alfombra o cortinajes que sale de sus manos se tasa en el zoco a cincuenta dinares. Observa también que en ocho días tiene tiempo sobrado para terminar la alfombra más hermosa o el más suntuoso cortinaje. ¡De modo que, sin duda alguna, quien la compre habrá recuperado a los pocos meses su dinero!'

Oídas estas palabras, el corredor levantó los brazos admirado, y exclamó: '¡Oh, dichoso aquel que tenga esta perla en su morada, y la conserve como el tesoro más oculto!'

Y se acercó a Alischar, hijo de Gloria, señalado por la joven, se inclinó ante él hasta el suelo, le cogió la mano y se la besó, y luego dijo...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

Continuará: La tricentésima décima novena noche...

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Valram

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