domingo, 30 de mayo de 2010

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La sexcentésima sexagésima noche

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Y cuando llegó la 660ª noche

Ella dijo:

‘...Efectivamente, había en la casa un pájaro domesticado, a quien amaestró el judío, y que reconocía y quería mucho a su amo. Pero, mientras duró la ausencia del judío, aquel pájaro hubo de cifrar su afecto en Anís y tomó la costumbre de posársele en la cabeza y en los hombros y hacerle mil caricias, de modo que, cuando su amo el judío regresó de viaje, no quiso el pájaro reconocerle ya, considerándole como un extraño. Y ya no había píos de alegría, aleteos y caricias más que para el joven Anís, socio de su amo. Y el judío pensó para sí: ‘¡Por Muza y Aarún! ¡Pues no me ha olvidado este pájaro! ¡Y su conducta para conmigo da más valor todavía a los sentimientos de mi esposa, que ha caído enferma de dolor por mi ausencia!’ ¡Así pensaba! Pero no tardó en chocarle y en hacer que le asaltasen mil ideas torturadoras otra cosa extraña.

Porque notó que su esposa, tan reservada y tan modesta en presencia de Anís, tenía sueños extraordinarios en cuanto se dormía. Tendía los brazos, jadeaba, suspiraba y hacía mil contorsiones pronunciando el nombre de Anís y hablándole como hablan las enamoradas más apasionadas. Y el judío se quedó extremadamente asombrado al comprobar aquello varias noches sucesivas, y pensó: ‘¡Por el Pentateuco, que esto viene a demostrarme que todas las mujeres son iguales y que, cuando una de ellas es virtuosa y casta y continente como mi esposa, tiene que satisfacer de una manera o de otra sus malos deseos, aunque sea en sueños! ¡Alejado sea de nosotros el Maligno! ¡Qué calamidad son estas criaturas formadas con la llama del infierno!’ Luego se dijo: ‘¡He de poner a prueba a mi esposa! ¡Si resiste a la tentación y permanece casta y reservada, lo del pájaro y lo de los sueños no será más que una coincidencia entre las coincidencias sin resultados!’

Y he aquí que, cuando llegó la hora de la comida acostumbrada, el judío anunció a su esposa y a su socio que estaba invitado a casa del walí con motivo de un gran pedido de mercaderías; y les rogó que esperasen su regreso para empezar a comer. Luego les dejó y salió al jardín. Pero, en vez de ir a casa del walí, se apresuró a volver sobre sus pasos y a subir al piso superior de la casa; allí, desde una habitación cuya ventana daba a la sala de reunión, podría vigilar lo que iba a ocurrir.

No se hizo esperar mucho el resultado, que por parte de los amantes se manifestó con besos y caricias de una intensidad y una pasión increíbles. Y como no quería el judío descubrir su presencia ni dejarles adivinar que no había ido a casa del walí, se vio obligado durante una hora de tiempo a asistir a las manifestaciones desenfrenadas de ambos amantes. Pero, tras de esta espera dolorosa, bajó a reunirse con ellos y entró en la sala con rostro sonriente, como si nada supiera. Y mientras duró la comida, se guardó bien de dejarles adivinar sus sentimientos, y tuvo muchas más consideraciones y atenciones para el joven Anís, quien, por otra parte, se mostró todavía más reservado y más discreto que de costumbre.

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La sexcentésima sexagésima primera noche

Noticias de referencia:
Las mil y una noches, denunciado por indecente
http://www.eluniversal.com.mx/notas/678635.html

Editan “Las mil y una noches” de Vargas Llosa
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61906.html

¿Y si “Las mil y una noches” lo escribió una mujer?
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61873.html

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Valram

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