domingo, 29 de marzo de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima trigésima segunda noche

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"Y cuando llegó la 232ª noche

Ella dijo:

... Escucha algunos de sus versos:

'Uno ha dicho:

¡He aquí los puestos apetitosos en el zoco de los fruteros! ¡Encuentras a un lado, en la bandeja de palma, los higos gordos, de trasero oscuro y simpático! ¡Oh! ¡Pero mira la bandeja grande en el sitio de preferencia! ¡He aquí los frutos del sicomoro, los frutos pequeños, de trasero sonrosado, del sicomoro!

'El segundo ha dicho:

¡Pregunta a la joven por qué, cuando los pechos se le endurecen y el fruto le madura, prefiere el sabor ácido de los limones a las sandías dulces y a las granadas!

'Otro ha dicho:

¡Oh mi única beldad! ¡Oh muchachito! ¡Tu amor es mi fe! ¡Es para mí la religión preferida entre todas las creencias!

¡Por ti he dejado a las mujeres, hasta el punto de que mis amigos han observado esta abstinencia, y han supuesto ¡ignorantes! que me había hecho monje y religioso!

'Otro ha dicho:

¡Oh Zeinab, de pechos morenos, y tú, Hind, de trenzas teñidas con arte! ¿No sabéis por qué hace tanto tiempo que desaparecí?

He encontrado las rosas -las que suelen verse en las mejillas de las jóvenes-, he encontrado esas rosas, no en las mejillas de una joven, ¡oh Zeinab! sino en las posaderas fundamentales y aterciopeladas de mi amigo. ¡He aquí por qué, ¡oh Hind! ya no podrá atraerme nunca tu cabellera teñida, ni tampoco, oh Zeinab, tu jardín arrasado, al cual le falta el vello, ni siquiera tus posaderas, demasiado lisas, que carecen de granulación!

'Otro ha dicho:

Cuida de no hablar mal de ese gamo joven, comparándole sencillamente, porque es imberbe, con una mujer. Es preciso ser un malvado para decir o pensar semejante cosa. ¡Hay diferencia!

En efecto, cuando te acercas a una mujer, es por delante; y por eso te besa en la cara. Pero el gamo joven, cuando te acercas a él, tiene que encorvarse, y de esa manera ¡figúrate! besa la tierra: ¡Hay diferencia!

'Otro ha dicho:

¡Oh hermoso niño, eras mi esclavo, y te liberté para utilizarte en ataques infecundos! Porque tú, siquiera, no puedes criar huevos en tu seno.

En efecto, ¡qué espantoso sería para mí aproximarme a una mujer virtuosa de anchas caderas! ¡En cuanto la cabalgase, me daría tantos hijos, que no podría contenerlos toda la comarca!

'Otro ha dicho:

Mi esposa me dirigió tantas miradas picarescas y se puso a mover las caderas con tanta elasticidad, que me dejé arrastrar a nuestro lecho; largo tiempo evitado. ¡Pero no pudo lograr que se despertase el querido niño a quien solicitaba!

Entonces me gritó, furiosa: '¡Si no le obligas inmediatamente a endurecerse para cumplir sus deberes y penetrar, no te asombres si mañana, al despertarte, eres cornudo!'

'Otro ha dicho

Generalmente se piden a Alah, mercedes y beneficios levantando los brazos. ¡Pero las mujeres son de otro modo! ¡Para solicitar los favores de su amante levantan las piernas y los muslos! ¡El ademán es seguramente más meritorio, pues se dirige a sus profundidades!

Por último, otro ha dicho:

¡Que ingenuas son a veces las mujeres! ¡Como tienen trasero se figuran que nos lo pueden ofrecer en caso necesario, por analogía! ¡He demostrado a una de ellas, cuánto se equivocaba!

Esta joven había venido a buscarme con una vulva en verdad lo más excelente posible. Pero yo le dije: '¡No hago esas cosas de tal manera!'

Ella me contestó: '¡Si, ya lo sé, este siglo abandona la moda antigua! ¡Pero no importa! ¡Estoy al corriente!' ¡Y se volvió y presentó a mis miradas un orificio tan vasto como el abismo del mar!

Pero yo dije: '¡Te doy las gracias de veras señora mía, te doy mil gracias! ¡Veo que tu hospitalidad es muy amplia! ¡Y temo perderme en un camino cuya brecha resulta mayor que la de una ciudad tomada por asalto!'

Cuando Kamaralzamán oyó todos aquellos versos, comprendió que no había medio de equivocarse acerca de las intenciones de Sett-Budur, a quien seguía tomando por el rey, y vio que no le serviría de nada resistirse más; y por otra parte, también sentía curiosidad de saber a qué atenerse sobre la moda nueva de que hablaba el poeta...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

Continuará: La ducentésima trigésima tercera noche...

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Saludos
Valram

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