sábado, 25 de abril de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima quincuagésima novena noche

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"Pero cuando llegó la 259ª noche

Ella dijo:

... Cuando Grano-de-Belleza se enteró bien de las intenciones del Bilateral y comprendió su petición, levantóse inmediatamente y le dijo: '¡No, por Alah! ¡No vendo esa mercancía! ¡De todos modos, para que te consueles, te diré que si a los demás se la vendiese por dinero, a ti te la daría de balde!'

Y a pesar de las súplicas del Bilateral, Grano de-Belleza no quiso permanecer un momento más en la tienda; salió de ella bruscamente, y volvió en seguida al campamento, donde, harto inquieto, aguardaba su regreso el mokaddem.

Y cuando Kamal vio entrar a Grano-de-Belleza con aquel aspecto extraño, le preguntó: '¡Por Alah! ¿Qué ha pasado?' El otro respondió: '¡Pues absolutamente nada! ¡Pero tenemos que levantar el campamento en seguida e irnos a Bagdad, porque en lo sucesivo no quiero viajar con el Bilateral!; ¡tiene pretensiones exageradas y muy molestas!'

El jeique de los camelleros dijo: '¿No te lo había dicho ya, hijo mío? Pero he de advertirte que sería muy peligroso viajar solos. Más vale seguir en una sola caravana, como estamos ahora, para poder resistir los ataques de los bandoleros beduinos que infestan estas tierras'. Pero Grano-de-Belleza no quiso hacer caso, y dio la orden de marcha.

Por consiguiente, la pequeña caravana se puso en camino sola y no dejó de viajar del mismo modo, hasta que un día, a la puesta del sol, llegó a pocas millas de las puertas de Bagdad.

El mokaddem de los camelleros fue a buscar entonces a Grano-de. Belleza y le dijo: 'Mejor será hijo mío, seguir hasta Bagdad esta misma noche, sin detenernos a acampar aquí. ¡Porque el lugar en que estamos es el más peligroso de todo el viaje! ¡Es el valle de los Perros! ¡Hay gran riesgo de que nos ataquen si permanecemos aquí durante la noche! ¡Apresurémonos, pues, a llegar a Bagdad antes de que cierren las puertas! ¡Porque has de saber, hijo mío, que el califa manda cerrar todas las noches las puertas de la ciudad con el fin de impedir que las hordas fanáticas entren a escondidas y se apoderen de los libros de la ciencia y de los manuscritos literarios encerrados en las salas de las escuelas, arrojándolos luego al Tigris!'.

Grano-de-Belleza, a quien no complacía la proposición, contestó: '¡No, por Alah! ¡No quiero entrar de noche en la ciudad, porque deseo gozar del espectáculo de Bagdad al salir el sol! ¡Pasemos, pues, la noche aquí, ya que no tengo prisa ni viajo para negociar, sino por recreo, y para ver lo que no conozco!' Y el anciano mokaddem tuvo que inclinarse, aunque deplorando la peligrosa terquedad del hijo de Schamseddin.

En cuanto a Grano-de-Belleza, tomó un bocado, y después, cuando los esclavos fueron a acostarse, salió de la tienda, apartóse un poco por el valle, y fue a sentarse junto a un árbol a la luz de la luna. Y se acordó de las lecturas de sus maestros en el subterráneo, e inspirado por lugar tan propicio a la meditación empezó este canto del poeta:

¡Reina del Irak, deliciosamente bella! ¡Oh Bagdad, ciudad de los califas y poetas! ¡Cuánto tiempo, ¡oh maravilla! soñé contigo!

Pero súbitamente, antes de terminar la primera estrofa, oyó a su izquierda un clamor espantable, y galopar de caballos, y exclamaciones de cien bocas a un tiempo, y al volverse vio invadido el campamento por un numeroso tropel de beduinos que surgían por todas partes como si salieran de debajo de la tierra.

Aquel espectáculo tan nuevo para él le dejó clavado en el suelo, y así pudo ver la matanza general de la caravana, que había querido defenderse, y el saqueo de todo el campamento. Y cuando los beduinos comprobaron que nadie quedaba en pie, se apoderaron de camellos y mulos, y en un momento desaparecieron por donde habían venido. Al disiparse un tanto la estupefacción que le había dominado, Grano-de-Belleza bajó hacia el sitio en que se encontraba su campamento y pudo ver asesinada a toda su gente. Y ni el jeique Kamal, mokaddem de los camelleros, a pesar de su edad respetable, había sido tratado mejor que los demás, y yacía muerto, atravesado el pecho por numerosas lanzadas. Así es que Grano-de-Belleza no supo soportar la vista de espectáculo tan aterrador, y emprendió la fuga, sin atreverse a mirar hacia atrás.

De tal modo corriendo toda la noche, y para no excitar la codicia de algún otro bandido, se despojó completamente de su rico traje, que arrojó a lo lejos y no se quedó más que con la camisa. Y así, medio desnudo, entró en Bagdad al amanecer. Entonces, rendido de cansancio y sin poder tenerse en pie, se paró delante de la primera fuente pública que se le presentó a la entrada de la población. Se lavó las manos, la cara y los pies; subió a la plataforma que coronaba la fuente, se tendió en ella a lo largo, y no tardó en dormirse.

En cuanto a Mahmud-el-Bilateral, también se había puesto en camino, pero había tomado un atajo por otra parte, y pudo evitar el encuentro con los bandidos; y además, llegó a las puertas de Bagdad precisamente cuando Grano-de-Belleza las atravesaba y se dormía en la fuente.

Al pasar por cerca de aquella fuente, el Bilateral se acercó al abrevadero de piedra lleno de agua para los animales, y quiso que bebiera en él su caballo sediento. Pero el animal vio la sombra que proyectaba el adolescente dormido, y retrocedió resollando. Entonces el Bilateral levantó los ojos hacia la plataforma, y le faltó poco para caerse del caballo al reconocer a Grano-de-Belleza en aquel joven medio desnudo que en la piedra dormía...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y como discreta, se calló."

Continuará: La ducentésima sexagésima noche...

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Valram

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Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima quincuagésima octava noche

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"Pero cuando llegó la 258ª noche

Ella dijo:

... a Damasco, en donde el Bilateral tenía, lo mismo que en El Cairo, Alepo y Bagdad, casa propia para recibir a los amigos, envió un esclavo a Grano-de-Belleza, que se había quedado en la tienda a la entrada de la ciudad, para invitarle, pero a él solo, a que le honrase con su presencia. Y Grano-de- Belleza contestó: '¡Espera que le pregunte, su parecer al jeique Kamal!' Pero el mokaddem de los camelleros frunció el ceño al oír la proposición, y contestó: '¡No, hijo mío, hay que rechazarla!' Y Grano- de-Belleza declinó la invitación.

La estancia en Damasco fue de corta duración, y pronto se pusieron en camino para Alepo; y a la llegada, el Bilateral volvió a invitar a Grano-de-Belleza; pero el jeique Kamal aconsejó la abstención, como en Damasco, y Grano-de-Belleza, sin saber por qué era tan severo el mokaddem, no quiso contrariarle. Y aquella vez también perdió el viaje y el trabajo el Bilateral.

Pero después de salir de Alepo, el Bilateral juró que en la primera ocasión las cosas no pasarían lo mismo. Y a la primera parada en dirección a Bagdad, mandó hacer los preparativos de un banquete sin precedentes, y fue personalmente a invitar a Grano-de-Belleza. Y aquella vez Grano-de-Belleza se vio obligado a aceptar, por no tener motivo fundado para negarse, y empezó por ir a la tienda a vestirse con traje a propósito.

Entonces fue a buscarle el jeique Kamal, y le dijo: '¡Qué imprudente eres! ¡Oh Grano-de-Belleza! ¿Por qué has aceptado la invitación de Mahmud? ¿No conoces sus intenciones? ¿No sabes el motivo de que le llamen el Bilateral? De todos modos, debiste preguntar su parecer a un anciano como yo, y del cual han dicho los poetas:

Pregunté al viejo: '¿Por qué andas encorvado?' Me contestó: '¡Perdí mi juventud en la tierra húmeda! Y me he encorvado para buscarla. ¡Y ahora la experiencia que pesa sobre mí es tan amarga, que me impide enderezar la espalda!'

Pero Grano-de-Belleza contestó: '¡Oh venerable mokaddem! ¡Estaría muy mal rechazar la invitación de nuestro amigo Mahmud, al cual no sé por qué llaman el Bilateral! Y además, ignoro lo que pueda perder con acompañarle. ¡No me comerá!' Y el mokaddem replicó con viveza: '¡Pues, sí, por Alah! ¡Te comerá! ¡Ya se ha comido a otros muchos!'

Al oír aquello, Grano-de-Belleza soltó la carcajada y se apresuró a ir a casa de Bilateral, que le aguardaba con impaciencia. Y ambos fueron a la tienda en que estaba preparado el festín.

Y en realidad, el Bilateral no había escatimado nada para recibir como merecía al maravilloso joven, y todo parecía dispuesto para encantar las miradas y halagar los sentidos. De modo que la comida fue alegre y estuvo llena de animación; y ambos comieron con gran apetito, y bebieron en la misma copa hasta saciarse. Y cuando el vino fermentó en las cabezas y los esclavos se retiraron discretamente, el Bilateral, ebrio de vino y de pasión, se inclinó hacia Grano-de-Belleza, y cogiéndole las mejillas con las dos manos quiso besarlas. Pero Grano-de-Belleza, muy turbado, levantó instintivamente la mano, y el beso del Bilateral no encontró más que la palma del adolescente.

Entonces Mahmud le echó un brazo alrededor del cuello y con el otro le rodeó la cintura, y como Grano-de-Belleza le preguntara: 'Pero ¿qué quieres hacer conmigo?' Le contestó: 'Sencillamente, tratar de explicarte estos versos del poeta para ponerlos en práctica:

¡Oh mis estremecimientos cuando las miradas de sus ojos me sacuden el alma! ¡Oh delicias del primer deseo que hincha sus compañones infantiles!

Mira, ¡oh ojos míos! ¡Toma lo que puedas tomar, levanta lo que puedas levantar, coge un puñado, o dos, o tres, y hazlo entrar un palmo o más! ¡Pero sin que te haga daño! ¡Hay que obrar con prudencia!

Después de haber dicho a su modo estos versos, Mahmud se dispuso a explicárselos prácticamente. Pero el joven Grano-de-Belleza, sin darse cuenta exacta de la situación, se sentía molesto con aquellos ademanes y movimientos, y quiso marcharse. Y el Bilateral le sujetó y acabó por hacerle entender de qué se trataba.

Cuando Grano-de-Belleza se enteró bien de las intenciones del Bilateral y comprendió su petición...

En este momento de su narración, Schehrazada, vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

Continuará: La ducentésima quincuagésima novena noche...

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