miércoles, 18 de febrero de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. Las centésima nonagésima tercera noche

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"Pero cuando llegó la 193ª noche

Ella dijo:

... ¡Además, he aquí su sortija, que me ha dado después de coger la mía!'

Entonces el rey, padre de Budur, que ya había creído a su hija medio loca, dijo para sí: '¡Ha llegado al límite de la locura!' Y le dijo: 'Budur, ¿quieres decirme de una vez qué significa esa conducta extraña y tan poco digna de tu posición?' Entonces Budur ya no pudo contenerse, y se rasgó la camisa de abajo arriba, y se puso a sollozar, dándose de bofetadas.

Al ver aquello el rey ordenó a los eunucos y a las viejas que le sujetaran las manos para que no se hiciera daño, y en caso de reincidencia, que la encadenaran, y le pusieran al cuello una argolla de hierro, y la ataran a la ventana de su habitación.

Luego el rey Ghayur, desesperado, se retiró a sus aposentos, pensando en los medios que utilizaría para obtener la curación de aquella locura que suponía en su hija. Pues, a pesar de todo, seguía queriéndola con tanto cariño como antes y no podía acostumbrarse a la idea de que se hubiese vuelto loca para siempre.

Reunió, pues, en su palacio a todos los sabios de su reino, médicos, astrólogos, magos, hombres versados en libros antiguos, y drogueros, y les dijo a todos: 'Mi hija El-Sett-Budur está en tal y cuál estado. Se la daré por esposa a aquel de vosotros que la cure, y le nombraré heredero de mi trono cuando yo me muera. Pero al que haya entrado en el aposento de mi hija y no haya logrado curarla, se le cortará la cabeza'.

Después mandó pregonar lo mismo por toda la ciudad, y envió correos a todos sus Estados para promulgarlo.

Y se presentaron muchos médicos, sabios, astrólogos, magos y drogueros; pero una hora más tarde se veían encima de la puerta del palacio sus cabezas cortadas. Y en poco tiempo se juntaron cuarenta cabezas a lo largo de la fachada del palacio. Entonces los otros pensaron: '¡Mala señal! ¡La enfermedad debe ser incurable!' Y nadie se atrevía a presentarse, para no exponerse a que le cortaran la cabeza. ¡Esto en cuanto a los médicos y al castigo que se les aplicó en tal caso!'

Pero en cuanto a Budur, tenía un hermano de leche, hijo de su nodriza, llamado Marzauán. Y Marzauán, aunque musulmán ortodoxo y buen creyente, había estudiado la magia y la brujería, los libros de los indios y los egipcios, los caracteres talismánicos y la ciencia de las estrellas; y después, como ya no tenía nada que aprender en libros, se había dedicado a viajar, y había recorrido las comarcas más remotas, consultando a los hombres más duchos en las ciencias secretas, y de este modo se había empapado en todos los conocimientos humanos. Y entonces púsose en camino para regresar a su país, al que había llegado con buena salud.

Y lo primero que vio Marzauán al entrar en la ciudad fueron las cuarenta cabezas cortadas de los médicos, colgadas encima de la puerta del palacio. Y al preguntar a los transeúntes, le explicaron toda la historia y la ignorancia notoria de los médicos justamente ejecutados...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana y callóse discretamente."

Continuará: La centésima nonagésima cuarta noche...

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Saludos
Valram

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