martes, 11 de enero de 2011

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La noningentésima cuarta noche

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Pero cuando llegó la 904ª noche

Ella dijo:

‘¡...Oh hermano mío Ataf! has de saber que la hija de tu tío, que te ama, está intacta, y que no he visto descubierto su rostro desde el día de nuestra separación. Y he aquí que me he desligado de ella, y me he divorciado en honor tuyo; y he anulado nuestro contrato. Y en el mismo estado en que se hallaba te devuelvo el precioso depósito que pusiste entre mis manos’.

Y así lo hizo. Y Ataf y su prima se reunieron con la misma ternura y el mismo afecto que antes.

Pero en cuanto al naieb de Damasco, que había sido el autor de todos los sufrimientos de Ataf, el califa mandó emisarios, que le arrestaron, y le rodearon de cadenas, y le arrojaron a un calabozo. Y allí quedó hasta nueva orden.

Y Ataf pasó en Bagdad varios meses, disfrutando de una dicha perfecta, al lado de su prima, y al lado de su amigo Giafar, y en la intimidad de Al-Raschid. Y bien hubiera querido pasarse toda la vida en Bagdad; pero de Damasco le llegaron numerosas cartas de sus parientes y de sus amigos, que le suplicaban volviera a su país, y pensó que tenía el deber de hacerlo. Y fue a pedir el beneplácito al califa, que le concedió la autorización, no sin pena y suspiros amistosos. Y no quiso, empero, dejarle partir sin darle pruebas duraderas de su benevolencia. Y le nombró walí de Damasco, y le dio todas las insignias de su cargo. E hizo que le acompañara una escolta de jinetes, de mulos y de camellos cargados con regalos magníficos. Y así fue escoltado Ataf hasta Damasco.

Y toda la ciudad se iluminó y empavesó con motivo del regreso de Ataf, el más generoso de los hijos de la ciudad. Porque Ataf era querido y respetado por todas las clases populares, y sobre todo por los pobres, que habían llorado siempre su ausencia.

Pero, volviendo al naieb, llegó un segundo decreto del califa condenándole a muerte por sus injusticias. Pero el generoso Ataf intercedió en favor suyo ante Al-Raschid, que se limitó entonces a conmutarle la pena de muerte por la de destierro de por vida.

En cuanto al libro mágico en que el califa había leído las cosas que le habían hecho reír y llorar, no se habló más de él. Porque Al-Raschid, con la alegría de volver a ver a su visir Giafar, no se acordó ya de las cosas pasadas. Y Giafar, que por su parte, no había logrado adivinar el contenido de aquel libro ni encontrar hombre capaz de adivinarlo, se guardó mucho de iniciar conversación a este respecto. Y por cierto que no hay ninguna utilidad en saber semejante cosa, ya que desde entonces vivieron todos con dicha, tranquilidad y amistad sin mácula, y gozando de todos los placeres de la vida hasta la llegada de la Destructora de alegrías y Constructora de tumbas, la que está mandada por el Dueño de los destinos, el Único Viviente, el Misericordioso para sus creyentes.

‘Y esto es ¡oh rey afortunado! -continuó Schehrazada- lo que nos han transmitido los narradores acerca de Ataf el Generoso, que habitaba en Damasco. Pero su historia no puede compararse de cerca ni de lejos con la que me reservo contarte, si mis palabras no han pesado en tu espíritu’.

Y Schahriar contestó: ‘¿Qué dices, ¡oh Schehrazada!? Esa historia me ha instruido y me ha ilustrado y me ha hecho reflexionar. Y heme aquí dispuesto a escucharte como el primer día’.

Historia espléndida del príncipe diamante

“A la condesa Jacques de Chabannes La Palite.”

Y dijo Schehrazada:

Se cuenta en los libros de las gentes perfectas, sabios y poetas que abrieron el palacio de su inteligencia a los que van a tientas por la pobreza, ¡loores múltiples y escogidos al que sobre la tierra ha dotado de excelencia a ciertos hombres, lo mismo que ha colocado en el firmamento el sol, tragaluz de la casa de Su gloria, y en el borde del cielo la aurora, antorcha de la sala nocturna de Su belleza; que ha vestido a los cielos con un manto de raso húmedo y a la tierra con un manto de verdor brillante; que ha adornado los jardines con sus árboles y los árboles con sus trajes verdes; que ha dado a los sedientos los manantiales de hermosas aguas, a los borrachos la sombra de las viñas, a las mujeres su hermosura, a la primavera las rosas, a las rosas la sonrisa, y para celebrar a las rosas, la garganta cantarina del ruiseñor; que ha puesto a la mujer ante los ojos del hombre, y el deseo en el corazón del hombre, joyel en medio de la piedra!; se cuenta, repito, que en un reino entre los grandes reinos había un rey magnífico, cada paso del cual era una felicidad, con esclavas que constituían la fortuna y la dicha, y el cual superaba a Khosroes-Anuschirwán en justicia y a Hatim-Tai en generosidad.

Y aquel rey de frente serena se llamaba Schams-Schah, y tenía un hijo de maneras exquisitas y de hechizos encantadores, semejante en belleza a la estrella Canopea cuando brilla sobre el mar.

Y aquel príncipe jovenzuelo, que se llamaba Diamante, fue un día en busca de su padre, y le dijo: ‘¡Oh padre mío! hoy está triste mi alma por vivir en la ciudad, y desea que vaya yo de caza y de paseo para recrearnos. Si no, el fastidio hará que me desgarre hasta abajo las vestiduras’.

Cuando el rey Schams-Schah hubo oído estas palabras de su hijo, se apresuró, movido del gran cariño que por él sentía, a dar las órdenes oportunas para la cacería y el paseo en cuestión. Y los montoneros y los halconeros prepararon los halcones, y los palafreneros ensillaron a los caballos de montaña. Y el príncipe Diamante se puso a la cabeza de una brillante tropa de jóvenes de complexión robusta, y se encaminó con ellos a los lugares en donde anhelaba cazar para disipar su hastío.

Y cabalgando entre el tumulto heroico, acabó por llegar al pie de una montaña que tocaba al cielo con su cima. Y al pie de la tal montaña había un árbol corpulento; y al pie de tal árbol corría un arroyo; y en el tal arroyo bebía un gamo, con la cabeza inclinada hacia el agua. Y Diamante, entusiasmado al ver aquello, mandó a sus gentes que detuvieran sus caballos y le dejaran ir solo a la busca y captura de aquella presa. Y con todo el ímpetu de su corcel, se lanzó sobre el hermoso animal salvaje...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La noningentésima quinta noche

Noticias de referencia:
Las mil y una noches, denunciado por indecente
http://www.eluniversal.com.mx/notas/678635.html

Editan “Las mil y una noches” de Vargas Llosa
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61906.html

¿Y si “Las mil y una noches” lo escribió una mujer?
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61873.html

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