domingo, 5 de septiembre de 2010

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La septingentésima septuagésima octava noche

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Y cuando llegó la 778ª noche

Ella dijo:

Y después de las zalemas, el anciano, al ser interrogado, informó al príncipe de la suerte de su hermano e hizo cuanto pudo para disuadirle de su propósito. Pero, al ver que de nada servía su insistencia, le entregó la bola de granito rojo. Y ésta le condujo al pie de la montaña fatal.

Y el príncipe Faruz se aventuró resueltamente por la montaña, y a su paso alzáronse las voces, pero él no las escuchaba. Y no respondía a las injurias, a las amenazas y a los llamamientos. Y había ya llegado a la mitad de su ascensión, cuando de pronto oyó gritar tras él: ‘¡Hermano mío! ¡Hermano mío! ¡No huyas de mí!’ Y olvidando toda prudencia, Faruz se volvió al oír esta voz, y al instante quedó convertido en bloque de basalto negro.

Y desde su palacio, Farizada, que ni de día ni de noche abandonaba el rosario de perlas, y sin cesar pasaba las cuentas entre sus dedos, advirtió que no obedecían al movimiento que les imprimía ella, y vio que estaban pegadas unas a otras. Y exclamó: ‘¡Oh pobres hermanos míos, víctimas de mis caprichos! ¡Iré a reunirme con vosotros!’ Y reconcentró en sí misma todo su dolor, y sin perder el tiempo en lamentaciones inútiles se disfrazó de caballero, se armó, se equipó, y partió a caballo, emprendiendo igual camino que sus hermanos.

Y al vigésimo día se encontró con el viejo jeique sentado debajo del árbol al borde del camino. Y le saludó con respeto, y le dijo: ‘¡Oh santo anciano, padre mío! ¿No has visto pasar, con intervalos de veinte días, a dos señores jóvenes y hermosos que buscaban el Pájaro que habla, el Árbol que canta y el Agua Color de Oro?’ Y el anciano contestó: ‘¡Oh mi señora Farizada, la de sonrisa de rosa! les he visto y les enseñé el camino. ¡Pero ¡ay! les han detenido en su empresa Los de lo Invisible, como antes que a ellos les sucedió a tantos otros señores!’

Al ver que el santo hombre la llamaba por su nombre, Farizada llegó al límite de la perplejidad, y el anciano le dijo: ‘¡Oh dueña del esplendor! no te engañaron quienes te han hablado de las tres cosas incomparables en cuya busca vinieron tantos príncipes y señores.

¡Pero no te han dicho los peligros que hay que arrostrar para intentar una aventura tan singular como la que tú persigues!’ E hizo saber a Farizada todo lo que se exponía al ir en busca de sus hermanos y de las tres maravillas. Y Farizada dijo: ‘¡Oh santo hombre! ¡Mi alma interior está toda turbada por tus palabras, porque es muy asustadiza! ¿Pero cómo voy a retroceder, si se trata de encontrar a mis hermanos? ¡Oh santo hombre! escucha el ruego de una hermana amante, e indícame los medios para librarles del encanto!’ Y contestó el viejo jeique: ‘¡Oh Farizada, hija de rey! he aquí la bola de granito que te pondrá sobre su pista. Pero no podrás librarles hasta que te hayas apoderado de las tres maravillas. Y ya que expones tu alma sólo a causa del amor de tus hermanos, y no impulsada por el deseo de conquistar lo imposible, lo imposible será esclavo tuyo. Porque has de saber que ninguno entre los hijos de los hombres puede resistir al llamamiento de las voces de lo Invisible. Por eso, para vencer a lo Invisible, hay que prevenirse de maña contra ello, pues la fuerza es suya. ¡Y la maña de los hijos de los hombres vencerá a todas las fuerzas de lo Invisible!’

Cuando hubo hablado así, el Anciano del Árbol entregó la bola de granito rojo a Farizada; luego se sacó del cinturón una vedija de lana, y dijo: ‘¡Con esta ligera vedija de lana ¡oh Farizada! Vencerás a todos Los de lo Invisible!’ Y añadió: ‘Inclina hacia mí la gloria de tu cabeza, ¡oh Farizada

’ ¡Y ella inclinó hacia el Anciano su cabeza con cabellos de oro por un lado y de plata por otro! Y dijo el Anciano: ‘¡Con esta ligera vedija triunfe la hija de los hombres de las fuerzas de los que están en los aires y de todas las emboscadas de lo Invisible!’ Y partiendo en dos la vedija, metió a Farizada cada mechón en una oreja, y con la mano le hizo seña de partir. Y Farizada dejó al Anciano, y arrojó con ímpetu la bola en dirección a la montaña.

Y cuando hubo llegado a las primeras rocas, y echado pie a tierra avanzó hacia la altura, y a su paso las voces alzáronse de entre los bloques de basalto negro con una algarabía espantosa. Pero ella apenas oía un vago rumor, sin entender ninguna palabra y sin percibir ningún llamamiento, y por consiguiente no experimentaba temor alguno. Y subió sin detenerse, aun cuando era muy delicada y sus pies no habían hollado nunca más que la fina arena de las avenidas. Y llegó sin desfallecer a la cima de la montaña. Y en medio de la explanada que había en la cumbre advirtió delante de ella una jaula de oro sobre un pedestal de oro. Y vio en la jaula al Pájaro que habla.

Y Farizada se dirigió a él, y echó mano a la jaula, exclamando: ‘¡Pájaro! ¡Pájaro! ¡Ya te tengo! ¡Ya te tengo! ¡Y no te escaparás!’ Y al propio tiempo se quitó, arrojándolos lejos de sí, los tapones de lana inútiles a la sazón, que la habían hecho sorda a los llamamientos y a las amenazas de lo Invisible. Porque ya habían muerto todas las voces de lo Invisible y dormía en la montaña un gran silencio.

Y del seno de aquel gran silencio, en la transparente sonoridad, se elevó la voz del Pájaro que habla...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La septingentésima septuagésima novena noche

Noticias de referencia:
Las mil y una noches, denunciado por indecente
http://www.eluniversal.com.mx/notas/678635.html

Editan “Las mil y una noches” de Vargas Llosa
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61906.html

¿Y si “Las mil y una noches” lo escribió una mujer?
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61873.html

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