miércoles, 15 de abril de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima cuadragésima novena noche

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"Pero cuando llegó la 249ª noche

Ella dijo:

...Y el rey Schahriar exclamó: ¡Apresúrate, pues, a contarla!'

Historia de grano-de-belleza

He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que hubo en El Cairo un venerable jeique, que era el síndico de los mercaderes de la ciudad. Todo el zoco le respetaba por su honradez, por su lenguaje mesurado, por su riqueza y por el número de sus esclavos y servidores. Se llamaba Schamseddin.

Un viernes, antes de la plegaria, fue al hammam, y entró después en la barbería, donde, según las prescripciones sagradas, mandó que le cortaran los bigotes precisamente al ras del labio superior y que le afeitaran con esmero la cabeza. Tras de lo cual cogió el espejo que le brindaba el barbero y se miró, no sin haber recitado el acto de fe, para preservarse de una complacencia demasiado señalada por sus facciones. Y comprobó con tristeza infinita que los pelos blancos de su barba eran mucho más numerosos que los negros, y que se necesitaba fijar mucho la atención para distinguir los negros diseminados entre los mechones blancos. Y pensó: 'Las barbas canosas son un indicio de la vejez, y la vejez es una advertencia de la muerte. ¡Pobre Schamseddin! ¡Hete ya próximo a las puertas de la tumba, y todavía no tienes sucesión! ¡Te extinguirás como si nunca hubieras existido!'

Después, completamente preocupado con tan desoladores pensamientos, se dirigió a la mezquita para orar, y desde allí regresó a su casa en donde su esposa que sabía las horas acostumbradas de su llegada, se había preparado a recibirle, bañándose y perfumándose y cepillándose con mucho cuidado. Y le recibió con cara sonriente, y le dio la buena acogida, diciéndole: ' ¡Que sea una noche feliz para ti!'

Pero el síndico, sin devolver el saludo a su esposa, le dijo en tono agrio: '¿De qué felicidad me hablas? ¿Puede haber felicidad para mí?' Su esposa, asombrada, le dijo: '¡El nombre de Alah sobre ti y a tu alrededor! ¿Por qué esas suposiciones nefastas? ¿Qué te falta para ser feliz? ¿Y cuál es la causa de tu pesar?' El contestó: '¡Tú sola eres tal causa! ¡Escúchame, oh mujer! ¡Piensa en la pena y amargura que experimento siempre que voy al zoco! Veo en las tiendas a los mercaderes sentados y teniendo al lado sus hijos, que crecen ante su vista, sean dos, sean cuatro. Y están aquéllos orgullosos de su posteridad. ¡Y yo sólo me veo privado de esa dicha! ¡Y a veces deseo la muerte, para librarme de esta vida desconsolada! ¡Y ruego a Alah, que llamó a mis padres a su seno, que escriba también un fin que ponga término a mis tormentos!'

A estas palabras, contestó la esposa del síndico: 'No te preocupen tan aflictivos pensamientos, y ven a honrar el mantel que he puesto para ti'.

Pero en aquel momento Schehrazada vio aparecer la mañana, y dejó la historia para el otro día."

Continuará: La ducentésima quincuagésima noche...

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Saludos
Valram

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