martes, 17 de marzo de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima vigésima noche

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"Pero cuando llegó la 220ª noche

Ella dijo:

... Y cogieron los tarros y se fueron.

Entonces Kamaralzamán entró en la habitación del jardinero y le encontró la cara palidísima, aunque llena de gran serenidad. Le preguntó cómo estaba, y entonces se enteró de que hallábase enfermo, y a pesar de las palabras que el otro le decía para tranquilizarle, no dejó de alarmarse mucho. Le hizo tomar varios cocimientos de hierbas verdes, pero sin gran resultado. Después le acompañó todo el día, y le veló por la noche, y pudo ver qué el mal se agravaba. Y por la mañana, el buen jardinero, que apenas tenía fuerzas para llamarle hacia su cabecera, le cogió de la mano y le dijo: '¡Kamaralzamán, hijo mío, escucha! ¡No hay más Dios que Alah! ¡Y nuestro señor Mohammed es el enviado de Alah!' Y expiró.

Entonces Kamaralzamán rompió en llanto, y estuvo mucho tiempo llorando a su lado. Se levantó después, le cerró los ojos, le rindió el último tributo, le hizo un sudario blanco, abrió la huesa y enterró al último musulmán de aquel país caído en el descreimiento. Y entonces pensó en embarcarse.

Compró ciertas provisiones, cerró la puerta del jardín, se llevó la llave consigo, y corrió a escape al puerto, cuando el sol estaba ya muy alto; pero fue para ver que el barco, a toda vela, iba ya obedeciendo al viento favorable hacia alta mar.

En este momento de su narración. Schehrazada vio aparecer la mañana, y como discreta, se calló."

Continuará: La ducentésima vigésima primera noche...

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Saludos
Valram

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