sábado, 4 de abril de 2009

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La ducentésima trigésima octava noche

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"Y cuando llegó la 238ª noche

Ella dijo:

...Y ambos cantaban canciones como éstas, entre otras mil maravillosas:

¡Oh joven, llueven flores y aves! ¡Vamos con el viento hacia la cálida Bagdad de sonrosadas cúpulas!

¡No emir mío! ¡Quedémonos todavía en el jardín, junto al llamear de las palmas de oro, y, oh delicia, con las manos en la nuca soñemos!

¡Ven, oh joven! ¡Llueven diamantes en las hojas azules, y sobre el azul, es bella la curva de las ramas! ¡Levántate, oh ligera, y sacude las gotas furtivas que lloran en tus cabellos!

¡No emir mío, siéntate aquí y reclina la cabeza en mis rodillas! ¡Embriágate entre mi ropa con todo el perfume de mis pechos floridos... y luego oye la suave brisa que canta al Hacedor!

Otras veces, ambos jóvenes modulaban versos como los siguientes, acompañándose con el daff:

¡Soy feliz y ligera como una ágil danzarina!

¡Oh labios, haced más lentos vuestros trinos sobre las flautas! ¡Guitarras, paraos bajo los dedos para escuchar la canción de las palmeras!

¡Las palmeras están de pie! ¡Como las jóvenes, murmuran en sordina en la noche clara, y el remolino de sus cabelleras melodiosas responde a la brisa musical!

¡Ah! ¡Soy feliz y ligera como una ágil danzarina!

¡Esposa encantadora y perfumada! ¡Al oír las notas de tu voz, las piedras se levantan bailando, y vienen ordenadamente a construir un edificio armonioso!

¡Que aquel que creó la belleza del amor nos otorgue la ventura, esposa encantadora y perfumada!

¡Oh negrura de mis ojos! ¡Por ti voy a dar azulado a mis párpados con la varita de cristal, y a macerar mis manos en la pasta de alheña!

¡Así te parecerán mis dedos frutos del azufaifo, o si lo prefieres, dátiles finos!

¡Después me perfumaré los pechos, el vientre y todo el cuerpo con incienso delicado, para que mi piel se derrita en tu boca con suavidad, oh negrura de mis ojos!

Y de tal modo, el hijo de Primavera y la hija de Prosperidad pasaban las noches y las mañanas en una vida deliciosa...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente."

Continuará: La ducentésima trigésima novena noche...

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Saludos
Valram

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