martes, 1 de febrero de 2011

Las mil noches y una noche. Versión original, sin cortes. La noningentésima vigésima quinta noche

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Y cuando llegó la 925ª noche

Ella dijo:

‘…¡Oh musulmanes! ¡Loores a Alah, que no nos ha colocado detrás lo que tenemos delante!’ Y le preguntaron: ‘¿Por qué dices eso?’ El dijo: ‘Porque si el báculo estuviera situado detrás, cada cual, sin querer, podría tornarse semejante a los compañeros de Loth, haciendo aquello a lo que sólo pudo sustraerse Loth’.

-Y un día encontrándose sola y completamente desnuda, la mujer de Goha se puso a contar su historia con mucha fruición, diciendo ‘¡Oh caro tesoro! ¿Por qué no tendré dos o tres o cuatro como tú? Eres manantial de mis placeres, y me procuras preciosas ventajas’. Y he aquí que quiso el Destino que llegase Goha mientras tanto. Y oyó aquellas palabras, y comprendió por qué se expresaba así su esposa. Entonces sacó su herencia, y le dijo, llorando: ‘¡Oh hijo de perro! ¡Oh proxeneta! ¡Cuántas calamidades has traído sobre mi cabeza! ¡Ojalá no hubieras sido nunca el niño de tu padre!’

-Y otro día penetró Goha en la viña de su vecino, y se puso a comer uvas como un zorro, cogiendo los racimos por el rabo y sacándoselos de la boca sin un grano. Y he aquí que de repente apareció el vecino, amenazándole con un garrote y gritándole: ‘¿Qué haces ahí, ¡oh maldito!?’ Y Goha contestó: ‘Tenía retorcijones, y he entrado aquí para descargarme el vientre’. Y el otro preguntó: ‘Si es verdad eso, vamos a ver dónde está lo que has hecho’. Y Goha se quedó muy perplejo por un instante; pero, tras de mirar a un lado y a otro buscando con qué justificarse, mostró al viñero una boñiga de asno, diciéndole: ‘Aquí tienes la prueba’. Y el hombre dijo:

‘¡Cállate!, ¡oh embustero! ¿Desde cuándo eres un burro?’ Y al punto sacó Goha su zib, que era enorme, y dijo: ‘Desde que el Retribuidor me gratificó con la herramienta calamitosa que estás viendo’.

-Y un día se paseaba Goha a orillas del río; y vio un grupo de lavanderas lavando su ropa interior. Y las lavanderas, al verle, se acercaron a él y le rodearon como un enjambre de abejas. Y una de ellas, levantándose la ropa, dejó al descubierto el cebón. Y Goha lo advirtió y volvió la cabeza, diciendo: ‘En ti me refugio, ¡oh Protector del Pudor!’ Pero las lavanderas le dijeron alborotadas: ‘¿Qué te pasa, ¡oh pillastre!? ¿Acaso no sabes el nombre de este bienaventurado?’ El dijo:

‘¡Demasiado sé que se llama el Origen de mis males!’ Pero ellas exclamaron: ‘¡Quiá! ¡Si es el Paraíso del Pobre!’ Entonces Goha pidió permiso para retirarse, apartándose un poco, y envolvió al niño con la tela de su turbante, como en un sudario, y se acercó de nuevo a las lavanderas, que le preguntaron: ‘¿Qué es eso, ¡oh Goha!?’ El dijo: ‘Es un pobre que ha muerto, y desea entrar en el paraíso consabido’. Y se echaron ellas a reír hasta caerse. Y al propio tiempo notaron que fuera del sudario colgaba una cosa y que era la bolsa enorme de Goha. Y le dijeron: ‘¡Bueno! pero ¿qué es eso que cuelga de tal modo por debajo del muerto, como dos huevos de avestruz?’ El dijo: ‘¡Son los dos hijos de este pobre, que han venido a visitar su tumba!’

-Y una vez que estaba Goha de visita en casa de la hermana de su esposa. Y le dijo ella: ‘¡Ya Si-Goha! me veo precisada a ir al hammam, por lo que te ruego que tengas cuidado de mi mamoncillo durante mi ausencia’. Y se marchó. Entonces el pequeñuelo empezó a gritar y a chillar. Y Goha, muy fastidiado, se dispuso a hacer por calmarle. Sacó, pues, su rahat-lucum y se lo dio a chupar al mamoncillo, que no tardó en dormirse. Y cuando estuvo de vuelta la madre y vio al niño dormido, dio muchas gracias a Goha, que le dijo: ‘De nada, ¡oh hija del tío! y si hubiera hecho contigo lo que con él y hubieses probado mi narcótico, también te hubieras dormido, dando con la cabeza antes que con los pies’.

-Y otra vez se disponía Goha a violar a su burro a la puerta de una mezquita aislada. Y acertó a pasar un hombre que iba a hacer sus devociones en aquella mezquita. Y vio a Goha que estaba muy ocupado en la cosa consabida. Y asqueado, escupió en el suelo manifiestamente. Y Goha le miró atravesado, y le dijo: ‘¡Da gracias a Alah, que si no tuviera yo ahora entre manos una cosa tan urgente, ya te enseñaría a escupir aquí!’.

-Y otra vez Goha estaba tumbado en el camino, a pleno sol, un día de calor, teniendo en la mano su garboso báculo al descubierto. Y le dijo un transeúnte:

‘Vergüenza sobre ti, ¡oh Goha! ¿Qué estás haciendo?’ Y Goha contestó: ‘Calla, ¡oh hombre! y vete de mi vista. ¿No ves que he sacado a tomar el aire a mi niño para refrescarle?’

-Y otro día fueron a preguntar a Goha en consulta jurídica: ‘Si en la mezquita suelta un cuesco el imam, ¿qué debe hacer la asamblea?’ Y Goha contestó sin vacilar: ‘¡Es evidente que lo que debe hacer es responder!’

-Y Goha y su mujer iban por la orilla del río un día de crecida. Y de pronto, dando un mal paso, la mujer resbaló y cayó al agua. Y como la corriente era muy fuerte, se la llevó. Y Goha no vaciló en tirarse al agua para pescar a su mujer: pero, en lugar de seguir la corriente, fue en dirección contraria. Y la gente que se había reunido le hizo observar aquello, y le dijo: ‘¿Qué buscas, ya Si-Goha?’

Y contestó él:

‘¡Por Alah! ¡Busco a la hija del tío, que se ha caído al agua!’ Y le contestaron:

‘¡Pero ¡oh Goha! ha debido arrastrarla la corriente, y la estás buscando contra la corriente!’ Dijo él: ‘¡Quiá! ¡Conozco a mi esposa mejor que vosotros! ¡Tiene un carácter tan atrabiliario, que de antemano estoy seguro de que ha ido contra la corriente!’

-Y otro día llevaron un hombre a presencia de Goha, que desempeñaba entonces las funciones de kadí. Y le dijeron: ‘El hombre que ves aquí ha sido sorprendido en plena calle mientras se dedicaba a violar a un gato’. Y como había testigos del hecho, el hombre no pudo negar de una manera aceptable. Y Goha le dijo: ‘¡Vamos, habla!

¡Si me dices la verdad, te será otorgada la indulgencia de Alah! ¡Dime, pues, cómo te has arreglado para violar al gato!’ Y el hombre contestó: ‘Por Alah, ¡oh nuestro señor el kadí! ¡He acercado lo que tú sabes a la puerta de la gracia, y he forzado esta puerta sujetando las patas del animal con mis manos y su cabeza con mis rodillas! ¡Y como la cosa había resultado bien la vez primera, he cometido la torpeza de reincidir! Confieso mi falta, ¡oh señor kadí!’

Pero Goha exclamó: ‘Mientes, ¡oh hijo de proxenetas! ¡Porque yo he intentado más de treinta veces hacer lo mismo que tú, sin obtener buen resultado nunca!’ Y mandó que le dieran una paliza.

-Otro día, estando Goha de visita en casa del kadí de la ciudad, se presentaron dos querellantes, y dijeron: ‘¡Oh señor kadí! Nuestras casas se hallan tan próximas, que se tocan. Y he aquí que esta noche ha venido un perro a ensuciarse entre nuestras dos puertas, a igual distancia. Y venimos en tu busca para que nos digas a quién incumbe recoger la cosa’. Y el kadí se encaró con Goha, y le dijo con acento irónico: ‘A tu juicio dejo la tarea de examinar este caso y de sentenciarlo’. Y Goha se encaró con ambos querellantes, y dijo a uno: ‘Vamos a ver, ¡oh hombre! ¿Ha ocurrido el hecho evidentemente más cerca de tu puerta?’ El hombre contestó: ‘¡La verdad es que la cosa ha tenido lugar en medio exactamente!’ Y Goha preguntó al segundo:

‘¿Es cierto, o quizá la cosa está más hacia tu casa?’ El otro contestó ‘¡La mentira es ilícita! La cosa ha tenido lugar exactamente entre nosotros dos, en la calle’. Entonces Goha dijo, a manera de sentencia: ‘Ya está resuelto el asunto. Esa tarea no os incumbe ni a uno ni a otro, sino a quien, por deber de su cargo, corresponde el cuidado de las calles, es decir, a nuestro señor el kadí’.

-Y otro día el hijo de Goha, que tenía cuatro años de edad, había ido con su padre a casa de unos vecinos que estaban de fiesta. Y le presentaron una hermosa berenjena, preguntándole: ‘¿Qué es esto?’ Y el niño contestó: ‘¡Un ternerillo que todavía no ha abierto los ojos!’ Y todo el mundo se echó a reír, mientras Goha exclamaba: ‘¡Por Alah, que no soy yo quien se lo ha enseñado!’

-¡Y, finalmente, estando Goha otro día con ganas de copulación, sacó al aire el niño de su padre. Y he aquí que, por casualidad, una mosca de la miel se posó en la cabeza de la herramienta. Y Goha se pavoneó, exclamando...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.”

Continuará: La noningentésima vigésima sexta noche

Noticias de referencia:
Las mil y una noches, denunciado por indecente
http://www.eluniversal.com.mx/notas/678635.html

Editan “Las mil y una noches” de Vargas Llosa
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61906.html

¿Y si “Las mil y una noches” lo escribió una mujer?
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/61873.html

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